Somos lo que comemos
Estamos conectados con lo que nos rodea: ¿has notado que un día frío y nublado nos hace querer hacernos bolita y quedarnos en casa, y que en el calorcito nos relajamos y expandimos con ganas de salir? Así sucesivamente vamos reaccionando al entorno. De la misma manera, al comer experimentamos diferentes estados de ánimo, vitalidad o letargo; porque cuando ingerimos algo, lo estamos trayendo del exterior hacia la parte más profunda de nuestro cuerpo: nuestras células. Por ello, vamos a revisar tres conceptos que te brindan información que jugará a tu favor, pero sobre todo a favor de tus hijos.
Diversidad es salud
Al combinar porciones de alimentos frescos, con granos, cereales, lácteos y proteínas diversas aseguras un desarrollo armónico para los tuyos. El secreto está en la variedad, así que si anotas lo que ya comieron y procuras no regresar a los mismos platillos en por lo menos 15 días, ¡todos ganarán! Ellos no se aburren y tú estarás más tranquila si vas introduciendo elementos nuevos que refresquen su aporte de macro y micronutrientes.
¡Es muy fácil! Por ejemplo, al licuado, ponle hoy mamey o manzana en lugar del plátano de ayer; al cereal añádele pasas un día y nueces al que sigue. Recuerda que también puedes encontrar una amplia variedad de licuados y yogurts nutritivos en el supermercado, que igualmente pueden ayudarte a diversificar la dieta diaria de tus pequeños. Pruébalo dos quincenas y verás los resultados. Y recuerda: las cantidades son importantes. Algunos alimentos, como por ejemplo frituras, deben de ser comidos con moderación.
Ojo con los picos
Los niños pequeños son los más sensibles a las variaciones de alimento, sobre todo de la glucosa, en su organismo. Sus activos cerebros son órganos muy hambrientos y requieren energía todo el tiempo. La habilidad para concentrarse viene de un suministro adecuado y continuo de energía -en forma de glucosa dentro de la sangre que va hacia el cerebro. Alcanzar ese nivel óptimo de energía es posible: intercala con sus antojos otros alimentos, tales como panes, frutas y granos integrales, pues estos van soltando el “combustible” de manera gradual y verás la diferencia.
Si quieres darles lo mejor para su sistema nervioso recuerda que el alimento #1 para el desarrollo de sus cerebros es el salmón y otros pescados marinos que contienen aceite Omega-3 DHA, como el atún. Puedes reforzarlo con huevo y cacahuate (¡sí, la crema de cacahuates también cuenta por sus aceites benéficos!). Los productos enriquecidos con omega-3 DHA también contribuyen para la ingesta adecuada del nutriente y también de vitaminas y minerales esenciales para la salud.
Una actitud ecuánime también los nutre
Como hemos visto, nuestras decisiones determinarán a largo plazo qué clase de persona seremos: con cuerpos sanos y flexibles, con cabello brillante o por el contrario, con pieles cenizas, resfriados al primer cambio de temperatura o con dificultades para memorizar. Sin embargo, la comida también es fuente de placer y es el momento por excelencia para la compañía familiar, por eso mantenernos en una actitud ecuánime también cuenta.
Anima a tus pequeños. Platícales que es importante comer bien, pero también lo es aprender a que es posible comer lo que les gusta, siempre y cuando haya moderación. Somos lo que comemos, pero recuerda que también somos lo que pensamos y sentimos mientras comemos, y que nuestros hijos aprenden a través de la imitación. Por eso te invitamos a que tengas en cuenta en todo momento que hay una diferencia entre enseñar a tus pequeños sobre los beneficios de una dieta balanceada (sentirse vitales, ligeros, hacer más rápido sus tareas, no enfermar, etc.) y negarles un placer de vez en cuando, como lo puede ser su dulce favorito. En otras palabras, enseñar no se limita a prohibir. ¡Recuerda que nosotras también crecimos saboreando nuestras comidas favoritas de vez en cuando!