La infancia es el mejor momento para fomentar hábitos saludables, y los que se aprenden se podrán perpetuar durante toda una vida. Un niño saludable tiene probabilidades altas de ser un adulto saludable en el futuro.
Pero añadir alimentos nuevos dejan tanto a los padres ansiosos – que quieren que el niño coma, como a los hijos – a quien se les está presentando esta novedad. Para pasar por esta etapa con más tranquilidad, primero, entienda que la aceptación y el apetito varían y dependen de una serie de factores como la edad, nivel de actividad física, cantidad consumida en la última comida, etc…
La aceptación se determina por factores personales y ambientales, o sea, cuanto más expuestos estén los niños, mas tienden a aceptar alimentos diferentes. La disponibilidad frecuente de frutas, verduras, y legumbres está relacionada a una mayor aceptación1.
¿Quiere ejemplos? Proporcione alimentos saludables y hágalo fácil para que sean consumidos: frutas lavadas y picadas en diferentes formas, guardadas en potes coloridos en la heladera, ya listas para el consumo. Lleve a los niños a hacer compras, principalmente en mercados libres para aumentar el contacto con el universo de estos alimentos.
Al observar personas conocidas comiendo, el niño también identifica que la comida puede ser buena. Por esta razón, dé el ejemplo y coma lo mismo que ofreces. Envuélvelos al preparar las recetas. Realice, siempre que posible, las comidas en familia.
¡Y no se rinda! Ofrezca el mismo alimento más de una vez y en formas, colores, texturas y preparaciones diferentes. ¡La coliflor puede ser cocida en bouquet, picada y salteada, con salsa blanca, arroz de coliflor y hasta empanizada! Sea creativa, persistente y luego verás los resultados.
- Alvarenga M, organizadora. Nutrição comportamental. Barueri: Manole; 2015, 549 p.