Existe una vaga idea de lo que es la anemia, a veces es una frase tomada de las abuelas, otras relacionada con manchas blancas en la cara (una relación falsa, por cierto). La realidad es que es un problema más común de lo que creemos y que puede tener consecuencias importantes en el desarrollo de los niños.
El hierro es un micronutrimento de suma importancia para el desarrollo de los niños porque es necesario para tener niveles adecuados de hemoglobina, es decir, la proteína roja que se encuentra en los glóbulos rojos y que se encarga de que el oxígeno que obtenemos al respirar llegue a todos los rincones del cuerpo. Pero además de ello es indispensable necesario para el desarrollo adecuado del cerebro, incluyendo la creación de conexiones entre neuronas, producción de neurotransmisores (mensajes entre neuronas) y en general para el desarrollo cerebral.
De hecho, se ha estudiado el efecto a largo plazo de la deficiencia de hierro durante la infancia y sus efectos hasta la adolescencia. Estos incluyen un desempeño menor en pruebas estandarizadas, menor desempeño cognitivo y motor e incluso mayor frecuencia de alteraciones del comportamiento durante la edad escolar y la adolescencia [1, 2].
Se estima que la anemia por deficiencia de hierro en América Latina se presenta en alrededor de 11.5% de los niños menores de 5 años y en 13.7% de mujeres embarazadas [3]. Sin embargo, al observar por países, esta es mucho más común en ciertos países, como se puede observar en el siguiente mapa:

El hierro se puede obtener principalmente de dos fuentes alimenticias: vegetales y animales. Aunque hay vegetales que naturalmente pueden contener una cantidad significativa de hierro como la soya y las espinacas, la cantidad de hierro que puede aprovechar el cuerpo es poca debido a la presencia de compuestos que impiden su absorción. En cambio, el hierro procedente de fuentes animales como carne o lácteos enriquecidos es mucho mejor absorbida por el tracto digestivo. Muchos países han establecido políticas precisamente para que la leche que reciben los niños, tanto entera como fórmulas infantiles, sean enriquecidas con hierro. La idea es, como todas las campañas de suplementación y fortificación de alimentos respecto a otros nutrimentos, que los niños no tengan que tomar complementos alimenticios para obtener lo que necesitan. Aún así, las poblaciones más vulnerables muchas veces no tienen acceso a estos alimentos y no reciben estos beneficios.
Pero aún niños que no se encuentran en poblaciones vulnerables pueden desarrollar anemia por deficiencia de hierro y utilizar sus depósitos cuando no ingieren suficientes alimentos ricos en hierro o fortificados. Esto generalmente se relaciona con restricciones alimentarias, ya sea por alergias como la alergia a la proteína de la leche de vaca, o por la negativa a ofrecer alimentos de origen animal. Sin embargo, independientemente del origen de la restricción, se debe de ofrecer alguna alternativa que pueda aportar el hierro. En muchos niños, aportar hierro como parte de multivitamínicos u otros complementos alimenticios es una estrategia con buenos resultados. Más aún, aportar una combinación de hierro con DHA (Omega 3) ha mostrado tener efectos importantes en el desempeño escolar de niños de 8 a 11 años en Dinamarca, un país donde la anemia por deficiencia de hierro no es común [4].
Aunque es recomendable el consumo de alimentos enriquecidos, el consumo de suplementos y multivitamínicos que contienen hierro debe ser supervisado por un pediatra o profesional de la salud debido a que una dosis excesiva puede causar intoxicación.